El suelo pélvico es un conjunto de músculos y tejidos que suele pasar desapercibido hasta que aparece alguna molestia. Sin embargo, su buen estado es fundamental para funciones básicas del cuerpo y para la calidad de vida, tanto en mujeres como en hombres. Cuidarlo no es un tema exclusivo del embarazo o del envejecimiento: es una cuestión de salud integral que debería atenderse a lo largo de toda la vida.

Estos músculos se sitúan en la parte inferior de la pelvis y actúan como una especie de “hamaca” que sostiene órganos como la vejiga, el intestino y, en el caso de las mujeres, el útero. Además de su función de soporte, el suelo pélvico participa en el control de esfínteres, la estabilidad del tronco y la función sexual. Cuando está fuerte y flexible, permite que estas funciones se realicen de manera eficiente; cuando se debilita o se tensa en exceso, pueden aparecer distintos problemas.

En las mujeres, la salud del suelo pélvico suele asociarse con el embarazo, el parto y la menopausia, etapas en las que estos músculos enfrentan cambios importantes. Un suelo pélvico debilitado puede contribuir a la incontinencia urinaria, al prolapso de órganos pélvicos o a molestias durante las relaciones sexuales. No obstante, estos problemas no son “normales” ni inevitables, y pueden prevenirse o tratarse con ejercicios y acompañamiento profesional.

En los hombres, el suelo pélvico cumple funciones igual de relevantes, aunque se hable menos de ello. Estos músculos participan en el control urinario y fecal, así como en la función eréctil y eyaculatoria. Alteraciones en esta zona pueden estar relacionadas con incontinencia tras cirugías de próstata, dolor pélvico crónico o dificultades sexuales. Visibilizar la importancia del suelo pélvico masculino ayuda a romper estigmas y a promover una atención preventiva.

El estado del suelo pélvico no depende solo de la edad o de los procesos reproductivos. Factores como el sedentarismo, el sobrepeso, la tos crónica, el estreñimiento frecuente, levantar peso sin técnica adecuada o practicar deportes de alto impacto sin preparación pueden debilitarlo con el tiempo. Por otro lado, el estrés y la ansiedad también influyen, ya que pueden generar una tensión constante en esta musculatura.

Cuidar la salud del suelo pélvico implica, en primer lugar, tomar conciencia de su existencia y función. Aprender a contraer y relajar estos músculos correctamente es clave, ya que no se trata solo de fortalecer, sino de mantener un equilibrio entre fuerza y flexibilidad. Los ejercicios específicos, como los de Kegel bien guiados, la respiración consciente y ciertas prácticas de movimiento pueden ser grandes aliados.

Asimismo, cada vez cobra mayor relevancia la fisioterapia de suelo pélvico, una especialidad que evalúa de manera individualizada y propone tratamientos adaptados a cada persona. Acudir a un profesional permite identificar si el problema es debilidad, exceso de tensión o una mala coordinación muscular, evitando ejercicios inadecuados que puedan empeorar los síntomas.

Hablar de suelo pélvico es hablar de autonomía, comodidad y bienestar cotidiano. Atender su salud de forma preventiva no solo ayuda a evitar problemas futuros, sino que mejora la postura, la estabilidad corporal y la relación con el propio cuerpo. Reconocer su importancia en hombres y mujeres es un paso necesario para integrar una visión más completa y consciente de la salud.

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